No entiendo. ¿Qué hice mal?
Hoy tenemos para ustedes dos historias. Pero antes de empezar quiero contarles algo. A muchos de los periodistas que tienen opiniones polémicas, o que cubren política, o que hacen periodismo investigativo, los insultan o los amenazan. Sé que suena obvio, tristemente, pero es algo que la gente no tiene presente. Se los cuento porque yo, Juan Camilo, he hecho varias veces ese tipo de periodismo, y es verdad que se paga un precio. Los políticos dejan de pasarte al teléfono, o recibes mensajes amenazantes, tus seres queridos se meten en problemas, o los locos de twitter te escriben horrores… o incluso, hay gente agresiva en persona, en el mundo real. Grabando este episodio recordé una anécdota: La mañana del 3 de noviembre de 2020 estaba afuera de un puesto de votación en Miami, grabando un pase en cámara para enviar a un noticiero. Era el día de las elecciones presidenciales en EEUU. De pronto, una señora bajó la ventana de su vehículo, en movimiento, sacó medio cuerpo y me gritó desde el otro lado de la calle, frente a decenas de personas que esperaban poder votar: "Hijueputa Colombiano arrastrado". El tema hoy me da un poco de risa, como me dio risa en ese momento, porque los insultos son muy frecuentes. Hoy me lo tomo con humor, porque pasa hace muchos años. Pero antes me afectaba. Mucho. ¡Porque es violencia! Y todavía me cuesta creer que hay alguien que toma esa decisión, conscientemente, de despertarse y levantar el teléfono para insultar a alguien en la radio, o en twitter, o de bajar la ventana y gritarle a alguien en la calle. Bueno, ahora sí, les contaba que tenemos dos historias. La primera es de Mari Montes, periodista venezolana y una de las voces más destacadas y reconocidas del béisbol en Venezuela y Estados Unidos. Mari leyó para nosotros una adaptación de su charla Ted, sobre el día que cambió su vida en el juego de pelota. Nuestra otra historia tiene como protagonista a un amigo de la casa: el periodista colombiano Leonardo Castro. Y, como escenario, la red social del odio y la mala leche por excelencia: twitter. Una historia de nuestra primera temporada.